Cómo fue «Voces por la Paz»

Una experiencia solidaria por lo que nos hace humanos

En nuestra burbuja del primer mundo hay infinidad de certezas sobre las que edificamos nuestra vida. Situaciones que das por sentado que sucederán porque lo contrario resulta casi impensable.

Por ejemplo…

Que no tendrás nunca que salir corriendo con lo puesto. Que nadie te va a matar simplemente por existir. Que nadie va a destruir tu casa, ni tu barrio ni tu ciudad. Qué podrás pasear tranquilamente a cualquier hora del día o de la noche. Que no pasarás hambre, ni frío ni miedo. Qué habrá abundancia y diversidad. Que no tendrás que salir a la fuerza de tu país y pedir asilo. Que nunca te pasarán cosas horribles solo por ser mujer o niño o de otra religión o color de piel. Que tendrás derecho a una vida convencional. Que los gobiernos destinarán los dineros de los impuestos a sanidad o a educación, no a armarse hasta los dientes. Que, seas quien seas, tendrás derecho a soñar con una realización personal. Qué descubrirás la belleza, la amistad, el amor, el arte. Que vivirás una vida plena muchos años y morirás antes que tus hijos. Que conservarás tu dignidad hasta el final.

….que habrá paz, que nunca, nunca vivirás una guerra

¿Nunca?

Y de repente Rusia invade Ucrania y empieza una guerra. Una guerra en Europa, en nuestra isla de bienestar, y con un agresor además que nos amenaza a todos con su arsenal, capaz de destruir a la humanidad entera varias veces.

Y vemos a millones de personas que tienen que que salir corriendo con lo puesto. Porque les van a matar sin razón alguna, simplemente por existir. Porque han destruido su casa, su barrio, su ciudad. Porque están pasando hambre, frío, miedo y hay escasez de todo. Porque han tenido que salir a la fuerza de su país y pedir asilo. Porque se les acabó el derecho a una vida convencional. Porque ya no tendrán posibilidad de soñar con una realización personal.  Porque les rodeará la fealdad, la destrucción, el horror, el trauma, las pérdidas. Porque sobrevivir será su día a día y tal vez incluso tengan que ver la muerte de sus propios hijos.

…y muchos otros horrores que ni somos capaces de imaginar.

No podíamos  quedarnos como meros espectadores ni acabar siendo indiferentes al dolor. Había que hacer algo para la gente de Ucrania y también para la gente de aquí, que arrastramos también nuestro trauma, aunque afortunadamente a otra escala. Queríamos crear una experiencia bella y memorable de un acto de solidaridad. 

Necesitábamos volver a creer en el género humano. Cambiar la vibración. Frente al miedo que lleva a tomar decisiones que convierten el mundo en un lugar más inseguro, lleno de armas y de odio, dar paso a todo el espectro de emociones asociadas al amor, su gran antídoto. Aunque fuera en un espacio y un tiempo acotado. Aunque fuera solo una gota de agua en un océano inmenso.

Y así Miriam Bravo, Merche Palomino y yo, tres emprendedoras que vivimos de nuestra pasión, nos liamos la manta a la cabeza y decidimos hacer realidad “Voces por la Paz”.

Soñábamos con un evento sólo de aquello que podemos oir. Voces profundas, espirituales, que emocionen, que nos lleguen directas al corazón. Poetas, narradores, músicos y actores.

Y queríamos que se viviera sin verla, con los ojos tapados. La oscuridad nos ayudaría a sentir en comunidad lo que nos llega de fuera y reconectar con nuestra paz interior. 

En un espacio que nos acogiera con el que idealmente compartiéramos valores.

Y que el dinero nunca pasara por nuestras manos. Que todo lo que consiguiéramos recaudar fuera directamente a una iniciativa solidaria de ayuda humanitaria.

Y tal como lo soñamos sucedió.

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“Voces por la Paz” ha sido  una experiencia solidaria para ayudar a las personas que han visto sus vidas interrumpidas por la guerra de Ucrania.

El 100% de lo recaudado ha sido para Atención a refugiados y desplazados de Médicos sin Fronteras.

Se celebró en el precioso espacio de eventos de dcollab, gracias a la generosidad de Noelia Maroto con quien me une una relación de muchos años.

Reunió a poetas, autores, actores y músicos para crear un acto bello. Como dice Aldo Benito para que “el arte sea un espejo sanador de la sociedad y de la humanidad”.  

Y ha sido también la expresión de una forma de ver el mundo. De aquella que entiende, como dice el historiador holandés Rudger Bregman, que los humanos somos bastante decentes. Que puedes confiar en la gran mayoría de la gente con los ojos cerrados. Que estamos preconfigurados para ser amables y que esto no es naif ni sentimental. Que es valiente y realista creer en la paz y en el perdón.

Decía Merche Palomino, una de las tres organizadoras,  que compartió calma con la preciosa  meditación con la que comenzó el evento, que para sintonizar con la paz, escuchásemos el latido de nuestro corazón, el latido de todos los seres vivos. 

María Gabriela Lovera nos demostró con su poesía cómo las últimas serán las primeras y nos hizo sonreir con su humor y sus poderosas metáforas, como las “palabras que echan a volar un verso”.

La historia de Gema Fernández, interpretado por Aldo Benito, nos hizo ver el absurdo del mundo en el que vivimos, nuestro voyeurismo y nuestra distracción constante y lo que no cabe dentro de él como la “posibilidad del fin del mundo” que es “un pensamiento que nos viene grande”o la pueril esperanza en una solución mágica, instantánea, de 1 clik de Amazon.

Hibrahim Alejo nos regaló la belleza de la voz poética de nuevo “No niegues la hora / o el rastro que gotea”.  José María Escudero nos hizo ver cuántos de esos nuevos soldados de la guerra no quieren matar sino salir de su trinchera, sin armas, sin escudos, tal como y como son, tal y como somos, amor.

Norma Dragoevich nos contó un bonito relato de la dureza del desarraigo que te hace aferrarte a una maleta y cuidar tus vínculos con el pasado. 

Jose Miguel  Navas nos recordó que a los poetas les gusta ser celebrados por sus palabras, porque “fuera de uno la injusticia del habla nos deja mudos”.

Por último Teresa Balbás, interpretada de nuevo por Aldo, nos mostró que son las “manos y las palabras las que nos ayudaron a amar” y nos recordó la maravillosa cita de Séneca, “aunque el miedo tenga más argumentos, elige siempre la esperanza”.

Presentó el evento y a todos los participantes, Miriam Bravo que junto con Merche y conmigo, ha sido una de las tres organizadoras que lo hicieron posible. Miriam es comunicadora, artista, sembradora de solrisas. Su mantra: “La voz se enciende cuando  se apagan los miedos”. 

La experiencia no habría sido lo mismo sin la música de Alex Marrupe, a la guitarra y de Conchi Vacas, flautista y pedagoga musical. Juntos forman el duo «Notas Falsas» con el que desarrollan una intensa labor divulgativa y cultural.

Solo  30 afortunados lo pudieron vivir en directo, y se prestaron a vivir la experiencia sin verla. Algunos más contribuyeron a la causa y logramos el 100% del objetivo de recaudación que nos habíamos marcado.

Estos han sido algunos de sus comentarios:

“Ha salido todo perfecto, el resultado final ha sido fantástico”

“Me ha encantado la experiencia de privación visual, le ha dado mucha fuerza a la poesía ya la música, me lo esperaba algo pero no tanto”

“Enhorabuena. Ha sido un acto precioso”

“Precioso el evento, no tengo palabras, de verdad”

“Enhorabuena por el encuentro de ayer, fue una PASADA”

Estamos felices de haberlo logrado. 

Un evento sin imágenes, sin pantallas, sin móviles, solo escuchando, solo estando de verdad y sintiendo como decía Belén Torregrosa “nuestra maleta de humanidades compartidas”. Esperando que sean las “palabras aladas”, las que nacen del corazón las que de verdad cambien el devenir de la historia.

Por lo que nos hace humanos.

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