¿Qué pasó en el retiro de Crecimiento Teatral?

“Como crear relaciones sanas”, el retiro de Crecimiento Teatral con Nuri Zubiri ha sido un encuentro de mujeres valientes. Una convivencia madura, honesta, muy intensa y muy íntima a la vez. 

Guiadas por Nuri, hemos trabajado conflictos laborales, familiares, de amistad y de pareja. Hemos hecho un primer contacto con nuestra esencia. Hemos sido conscientes de cómo juzgamos “al otro” de lo que nos pasa.

Nos hemos mirado mucho a los ojos. Nos hemos olvidado del móvil. Nos hemos tocado. Hemos sentido a la otra persona y nos hemos relacionado desde la vulnerabilidad. Nos hemos atrevido a entrar en lugares muy hondos que normalmente tenemos sellados.

Ha sido un finde de  indagar y sacar. De sacudirnos del cuerpo todo lo que nos sobra. Lo hemos movilizado, vibrado y azotado al aire. Cada una en su viaje interno, hemos deshecho nuestros nudos. Nos hemos responsabilizado de nuestras emociones y concentrado en la escucha de lo que la compañera nos ha propuesto. Hemos desarrollado estrategias para conseguir nuestros objetivos.

Hemos profundizado y trabajado conflictos concretos de nuestra vida reciente que afectan a nuestras relaciones. Hemos desmontado los relatos que nos contamos y abierto nuestra coraza. Lo que hay detrás ha quedado al descubierto. Nuestras heridas de infancia. Nuestra niña interior. La que fuimos. La que nos condiciona. Hemos llegado a aquello que nos duele y le hemos puesto palabras y expresión. Es tan fácil echar la culpa al otro.

Risas. Abrazos, Lágrimas. Sollozos incluso. Miedos. Ternura. Redescubrirnos. Aceptarnos.Responsabilizarnos. Querernos y conectar. Emoción. Sentimientos a flor de piel.

Durante todo el proceso, hemos suspendido el juicio. Acallamos también, aunque fuera por un rato, a nuestro Pepito Grillo. Hemos creado un entorno seguro para todas. Guiadas por Nuri, una voz sabia que te arropa.  Se sentía como un abrazo colectivo que pudimos devolverle al final del taller.

Ha sido un finde de convivencia. De compartir sin caretas. De comer juntas y asumir la autogestión de manera generosa y efectiva. Pensando en los demás.

Tortilla de patata. Puré. Paella. Cocido. Postres caseros. Comida de madre cocinada con amor.

Hemos compartido también habitación, cabaña, baño, paseos por la montaña de la finca.

Vivimos en un mundo de creciente descorporeización. Una gran parte de nuestras vidas son interacciones con las pantallas. Cada vez nos vemos menos. Nos tocamos menos. Nos abrazamos menos. Hablamos menos. Nos reímos menos. Nos escuchamos menos.

Y, sin embargo, nuestro ser nos pide justo lo contrario. Resisitirnos. Rebelarnos. Estar en cuerpo y alma, disponibles para el otro.

Frente a la apatía, el me importas. Frente al individualismo, el grupo. Frente al productivismo de los resultados, amar y disfrutar el proceso. Frente a la aceleración tecnológica, la lentitud de la vida. Frente a la pérdida de atención, la presencia.

“Hay un vínculo profundo entre la verdad, la belleza y el bien” dice Pablo D’Ors

La verdad que nace de estar en el momento con todo tu ser, en el aquí y en el ahora. ¿Qué nos está impidiendo empezar un viaje profundo hacia nosotros mismos? Probablemente solo la falta de espacios seguros donde ensayar la vida. El teatro ayuda porque es vivencia, experiencia, sensación, conexión.  Te pasa por el cuerpo. Y como dice Nuri, es un espejo que saca a la luz nuestras limitaciones pero también nuestro potencial. Desde el respeto. Sin juicio.

Lo que ha sucedido este finde es un entrenamiento para mantener intacta nuestra humanidad, sea lo que sea lo que venga. Un espacio de solidaridad íntima en el que tiene cabida nuestro ser entero, sin cortapisas.

Un finde de pausa, de atención a nuestra propia fisiología, de sacar, de reconectar. De vivir más. De aceptar nuestra imperfección, de compartir nuestra vulnerabilidad y reafirmarnos que, pase lo que pase, somos suficiente. Siempre.

Un finde de reencontrarnos con una naturaleza gloriosa. Del pequeño milagro de beber agua de manantial. De sentir nuestra simbiosis con la naturaleza, de la que parece que nos hemos desconectado. De tiempos humanos que no persiguen la productividad.

Un finde espejo, que nos ha permitido al menos atisbar cómo somos realmente.

Rebelarnos contra el piloto automático nos ha proporcionado autenticidad, la resistencia de los momentos humanos genuinos. Querernos más porque como dijo Thich Nhat Hanh:

“Nadie es más digno de tu bondad y compasión que tú.”

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